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La religión
cristiana
versus
una fe sencilla.

Por Samuel Santiesteban.

….que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.

(Mateo 23:27)

¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello! (Mateo 23:24)

 

 


Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.

(Juan 4:24)

 

...pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.

(1ra de Samuel 16:7)

...sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.

(Lucas 18:13)

 


Los hombres de fe sencilla, se quieren pegar a La Gracia Divina de Dios por siempre.
 
Alimentarse de ella a diario y por ende, que sea Cristo quien les sostenga en las más rugientes tormentas que el hombre enfrenta.

La religión cristiana se asienta en las tradiciones de los siglos, en los conceptos sociales, en las categorías de pensamiento que hacen parecer a los hombres los más morales y los más correctos. Se enfocan en las creencias y las apariencias externas. En muchas ocasiones no meditan, quienes la practican, sobre ¿qué hay por dentro?. Están preocupados por los templos, el campanario, la cruz de afuera, el membrete,  las cuentas bancarias, los instrumentos. Los bancos, su posición, sus asientos, sus esquemas, sus conventos, el púlpito, el piano, las flores, las mesas, los candelabros, los vasos y todo lo externo. Una liturgia planeada, unas formas estrictas y muy controladas.

Las personas religiosas, están programadas para los cultos. Las ceremonias son importantes, las juntas de negocio, las opiniones, las ordenanzas, las apariencias, las repeticiones y las denominaciones. Se enfocan tanto en las obras que muchas veces pierden la comunión de sus almas, por dentro.

En la fe cristiana las creencias se llevan dentro del corazón. Y es una sintonía constante con el Salvador. Los hombres de fe genuina tratan de no vivir tanto de apariencias, de no ser tan religiosos sino que cultivan esa armonía diaria del espíritu de su alma con Cristo, quien es Su amante Salvador.

No importan ya tanto las formas religiosas, los edificios, las liturgias, las ceremonias porque todas estas cosas se llevan muy dentro y desde allí, desde este punto de partida con Dios se contacta, a veces con Su voz y otras veces con Su silencio.

Los hombres de fe, en la más sombría de las noches, en la más terrible soledad, en el más apacible silencio, en la más angustiosa desesperación y en el más terrible de sus pecados, escuchan la voz serena y firme de un Dios que les ama, les rescata y les salva en el más terrible de sus tormentos.

En la religión cristiana las actitudes tienen un valor tan importante que unos a otros se miden (muchas veces) su cercanía a Dios por sus comportamientos. De esta forma no pueden tener en cuenta el carácter o el temperamento de la persona sino que lo excluyen. Ellos consideran al sereno maduro en la fe, y al más sanguíneo y temperamental más ligero, en su relación con Dios, ¡El Supremo!

Consideran los religiosos con mucho nivel espiritual, al académico, al hombre de letras, al profesional religioso, al de fama en los medios evangélicos. Las posición de los hombres tienen un significado total de su contacto con el Ser Supremo. Los religiosos no pueden sencillamente mirar al corazón de otros porque sencillamente no tienen la visión de Dios para llegar a hacerlo.

La fe cristiana genuina lanza los comportamientos del ser humano a un segundo plano y trata de mirar el corazón aún más por dentro. Nuestras conductas son trapos de inmundicia que por muy buenas y nobles que sean no pueden ser presentadas ante la Santidad de Dios, El Santo, Santo, Santo y Perfecto.

Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.

(Isaías 64:6).

 

Los hombres de fe sencilla reconocen su fragilidad humana, el pecado que en ellos mora, la impureza de sus méritos y la flaqueza de sus fuerzas. Los hombres de fe genuina son humildes, bajan la cabeza, lloran fácilmente y tratan de arrancarse sus máscaras y sus caretas. 

 

En la religión cristiana siempre encontrarás a personas religiosas que se esfuerzan en sus propias fuerzas. Ellos podrían saludar al hermano con alegría, cuando no es de verdad su sintonía. Pueden cantar cuando quieren llorar y pueden sonreír cuando sólo quieren morder.

REFLEXIONA: ¿Te sientes un religioso o una persona que tiene una fe sencilla?

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