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La gracia de Dios

Algunos
se escandalizan
al escuchar
de tanta Gracia

Por Samuel Santiesteban

Introducción

 

Cuando comencé a hacer los primeros apuntes de esta reflexión tuve la oportunidad de compartir algunas notas con una misionera de larga trayectoria en la obra del Señor y ella me comentó: “hermano, la gracia no es un escándalo ni produce el escándalo, lo que sucede es que algunos se escandalizan al escuchar de tanta Gracia”.

 

La Luz de la gracia

Cuando Dios revela Su Gracia a un cristiano de muchos años de trayectoria hay un nuevo despertar en su vida. 

La doctrina de la Gracia de Dios es más drástica que todos las demás formas multicolores en las cuales se le había presentado antes el Evangelio. La Gracia es libertadora de todas las ataduras religiosas y se hace más escandalosa todavía porque echa por tierra a muchas de las prédicas antes escuchadas.

 

¡Bendecidos, tres veces sean bendecidos todos aquellos que han podido escuchar por primera vez un Evangelio limpio de la Gracia de Cristo, sin las ataduras religiosas ni los pesos agobiantes del legalismo y los esfuerzos del hombre por agradar a Dios.

El Evangelio de Cristo

es una revelación divina

 

La Gracia nos cuenta de una noticia celestial, de un abrazo divino indescriptible, de un perdón inmerecido, de una pesquisa del alma por parte de un Ser Divino. Revela la iniciativa de Dios y proclama un favor inmerecido de parte de Dios para el hombre pecador.

 

Los cristianos que defendemos la Gracia no comprendemos cómo Dios nos lo ha revelado y nos ha abierto los ojos a una claridad divina del Evangelio, la cual da un significado fresco a la fe cristiana.

 

Algo Dios ha hecho a favor nuestro y está consumado. No lo aprendimos de libros, ni nadie no los ha enseñado, viene del Cielo, y es el Consolador quien nos ha consolado con una noticia que nos ha libertado de toda religión y de toda máscara piadosa de “santidad fingida".

 

Decir esto a personas que no han sentido tal revelación ya abre la brecha para producir el escándalo. Muchos no pueden soportar que se hable de más y más Gracia, y que no haya otro tema del cual predicar. Que ya no estamos tan preocupados por el quehacer del cristiano, sino que nos envuelve el tema del quehacer de Dios, de Su Obra, de Su iniciativa, y de Su piedad a favor del pecador.

escandaliza a algunos pastores

 

No podemos negar que solo unos pocos han mezclado el mensaje de la Gracia con un libertinaje para pecar, lo cual es incorrecto y carece de todo fundamento bíblico. Es menester aclarar que es mayor el número de malos juicios que se han hecho a los defensores de la Gracia que las veces que este mensaje de amor incondicional ha sido mal explicado.

 

Cuando la Gracia alcanza una vida es Dios quien comienza a transformarla. Los frutos del creyente enamorado de la Gracia nunca fluyen a la velocidad del pastor de la iglesia, sino al paso del Pastor de los pastores. Dios es quien trata con cada pecador a Su tiempo y va haciendo una obra hermosa en él.

 

Algunos les preocupa la predicación siempre enfocada en la Gracia, en el amor y el perdón de Dios sin querer tocar el juicio y la condenación.

De una manera u otra ellos quieren tener un cierto control sobre las vidas de los congregados (poniendo cargas) porque les cuesta soltar todo el crecimiento espiritual de las almas en las manos del Espíritu Santo de Dios.

Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. 

(1ra. Corintios 3:6).

 

Tristemente muchas personas se han alejado de las iglesias, no porque estén alejando su vida de Jesús, sino porque las iglesias, con sus estructuras y legalismo religioso han alejado a las vidas del Cristo de toda Gracia.

Son muchas las personas que hay por todo el mundo que lejos de ser recibidas, amadas, perdonadas y restauradas en la Casa del Señor han sido juzgadas, condenadas y expulsadas. ¿Qué tipo de evangelio es este?

 

es una experiencia vivida

 

No temo predicar de la Gracia de Dios todos los días de mi vida. A fin de cuentas, fui también un religioso, traté de vivir una vida cristiana por mis esfuerzos, quería complacer a Dios con muchas de mis actividades en la iglesia y me agoté. Llegué al punto de declararme en una bancarrota espiritual. El pecado me persiguió siempre y Dios me hizo correr a Sus pies.

 

¡Oh! ¡Qué maravilla, allí Dios me reveló Su Santa Gracia. Fui ciego y ahora veo, estaba perdido y fui hallado, estaba muerto y he revivido, y todo fue hecho por Su Bendita Gracia! (Lucas 15:32).

 

Dios me hizo ver mi insuficiencia para salvarme y la imposibilidad que tengo de cumplir toda Su Santa Ley. Ya no voy como un vagabundo religioso por el camino del esfuerzo, sino que marcho con gozo por el camino de la confianza. ¿En qué confío? Pues en la obra de Cristo a favor mío, aquí lo que cuenta es Su Gracia inmerecida y no mi religiosidad.

 

Fue Cristo y Su Gracia quien me buscó, me encontró, me salvó, me justificó, me santificó y me hará perseverar hasta el fin, porque yo no tengo fuerzas, y no puedo. (Filipenses 4:13).

Gracia de Dios

NO MAS DE LO QUE TU Y YO HACEMOS.

PROCLAMEMOS SIN CESAR,

LO QUE DIOS HA HECHO POR

NOSOTROS

La gracia atormenta a los religiosos

 

Tristemente esta grata noticia ha sido torcida por una poderosa infraestructura mundial muy religiosa que no puede aceptar del todo tanta Gracia ofrecida, tanto amor incondicional, tanto perdón divino para el hombre en su pecado atroz. 

A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. (Isaías 55:1).

 

Increíbles las ideas de Dios quien nos invita a comprar sin dinero. ¿Has pensado en esto? ¿Cómo voy a comprar si no tengo dinero? Esta es la locura de la Gracia de mi Salvador para quien nunca la ha sentido, tampoco la ha entendido y sigue escandalizado todavía hoy.

 

Este mensaje de Gracia no fue diseñado para perpetuar un imperio de “iglesias” de gente llamadas “correctamente morales”, más "santas”, más "cristianas" o de mejor testimonio que las demás.

 

La Gracia de Dios proclama a un Dios que tiene compasión de gente destrozadas, sucias, incompetentes, incapaces de ser buenos, de hacerse santos, o de poder cumplir los mandamientos de la ley. Es decir, la Gracia no es para religiosos, sino para irreligiosos. (Mateo 23:23-33).

 

Esta Gracia precisamente se derrama y abraza a los pobres en espíritu, a los que no pueden, a los que no llegan, a los mancos, a los cojos, a los ciegos, a los que no merecen nada.

 

Vé pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena. 

(Lucas 14:21-24).

 

Aunque usted no lo pueda entender el cristianismo no es una enseñanza para mejorar a “gente buena”; son Buenas Nuevas para sorprender a gente malas.

Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido. (Lucas 9:10).

 

Jesús vino a resucitar a muertos, a restaurar vidas abatidas, vino a transformar a pescadores de peces en pescadores de hombres, y no a dar nuevas técnicas de predicación a los escribas y fariseos de su tiempo; sin embargo a ellos les dijo: Yo vine a este mundo para juicio; para que los que no ven, vean, y para que los que ven se vuelvan ciegos. (Juan 9:39).

 

Jesús muestra una Gracia soberana para que los pecadores sean incluidos y no expulsados, sean perdonados y no condenados, sean salvados y no perezcan. Este es el mensaje del amor sin condiciones de Dios para los más atormentados por el pecado.

 

Por lo cual te digo que sus pecados, que son muchos, han sido perdonados, porque amó mucho; pero a quien poco se le perdona, poco ama.

Entonces Jesús le dijo a la mujer: Tus pecados han sido perdonados.

(Lucas 7:47 y 48).

La Gracia es un tema eterno

Estos apuntes del escándalo de tanta Gracia son sólo unas notas miserables de un tema eterno e inagotable.

Habrá que vivir toda una eternidad con Dios para disfrutar de tanta, pero de tanta Gracia. Allí los escogidos de Dios nunca nos cansaremos de hablarla, contarla, repetirla, cantarla y recordarla por los siglos eternos, de cómo fuimos salvados por La Pura Gracia de Dios sin merecerlo.

 

¡Oh, qué maravilla celestial y eterna que siendo nosotros pecadores malos y perversos, el Señor haya querido tener una compasión inexplicable a favor nuestro! El mundo necesita escuchar una y mil veces este mensaje:

Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

(Romanos 5:8).

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