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¿Por cuál 

camino andas 

como un cristiano?

Por Samuel Santiesteban
Les invito a reflexionar de cómo existen dos maneras, dos vertientes, dos caminos o sendas en las cuales el cristiano "decide" andar y a propósito no es el trillado tema de si vas caminando hacia el cielo o al infierno.
 
Les invito a leer este ensayo y redescubrir una vida cristiana, en paz, tranquila y feliz, sin las ataduras de la religión que asfixia y mata.

Comenzaremos por el camino que más he observado en millones de cristianos a lo largo y ancho del mundo entero; la senda más conocida y predicada que ninguna otra. La que proclaman la mayoría de las iglesias evangélicas y católicas.

 

Es el camino que exhortan y enseñan para que todo congregado transite por ella como todo un verdadero cristiano: es el camino del esfuerzo, la senda de las buenas obras y de los frutos de la vida cristiana, el seguir los mandamientos de Dios.

 

Este es el camino más trillado por casi todos los cristianos evangélicos. Por doquiera que voy siempre me encuentro a cristianos que se conducen en su relación con Dios por el dichoso camino del esfuerzo. 

 

Es difícil encontrar seguidores de JesuCristo que hayan tomado en paz y en eterno gozo, la otra vertiente del camino del cristiano de la cual escribiremos más adelante. Es obvio que la otra senda no puede ser transitada por una propia gestión humana, sino que sólo se puede caminar por ella porque desde el cielo te la han revelado. 

 

Para la transitada senda del esfuerzo hay muchos respaldos bíblicos; pero habremos de mencionar sólo dos referencias para no agotarles con tantas citas.

 

Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová. (Levitico 18:5) 

 

Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. (Santiago 2:8 y 26)

Con toda sinceridad les digo que yo también caminé por la senda del esfuerzo.

 

Desde mi más tierna edad se me leyó toda la cartilla de versículos de la Biblia que van desde el Génesis hasta el Apocalipsis para demostrarme que camino debía andar como cristiano y cuál era la manera de consagrarme al Señor por mis propios esfuerzos. 

 

Esto me condujo a una lucha tremenda con Dios. Fue una batalla campal durante muchos años. Era un conflicto interior en lo más hondo de mi alma (cosa que hoy en dia, no le deseo a ningún cristiano sincero). La religión cristiana era definitivamente una religión y no una relación. Esto llegó a asfixiarme a tal punto que hice rechazo al evangelio de Cristo.

 

Mientras más me esforzaba por cumplir los mandamientos de Jehová Dios las trampas de pecado más azotaban mi alma y cada día me convertía en un peor y más terrible pecador.

 

Cuando con algo de sinceridad me analizaba muy dentro, sentía en lo más profundo del corazón que ni por un solo segundo podía ser santo ante la presencia de Dios. Esto hacía muy pesada la cruz del cristianismo y creo que si Dios no me hubiese revelado la otra senda ya hace muchos años que no fuera un cristiano.

 

Los que siguen transitando por el camino del esfuerzo nunca serán cristianos sincero y llego a la conclusión que el camino del esfuerzo es para los fariseos religiosos y no es para mí.

Y por la gracia de Dios no volveré a andar por éste.

Ya me relajo y vivo siempre agradecido a Dios, en paz con Él y con mi fe cristiana que ya no fluye de mi propio esfuerzo y por mis ganas, sino por la gracia bendita de Dios que obra en mí.

Sencillamente lo que de mí brote como una "buena obra" o brille como algo "bueno" es porque Él continúa obrando en mí de una manera que aún yo no comprendo y no sé por qué.

Ciertamente que hay millones de creyentes en el mundo que han entendido que debemos cumplir la ley de Dios y vivir por ella. Han entendido que debemos esforzarnos con todo nuestra energía y fuego interno en cumplir todos los mandamientos y preceptos de Dios.

 

Estos creyentes pasan toda su miserable vida esforzándose con ganas y todo empeño por cumplir la sagrada ley de Dios. Se esfuerzan en frutos, testimonios y vida moral. Al final es triste que terminan sus vidas en una santidad fingida que muestra su vana y escasa religión.

 

Estas personas no han comprendido el Santo Evangelio de Jesucristo; y no tienen una doctrina clara de la noticia divina de Las Buenas Nuevas de Salvación. 

 

Estos crédulos pueden tomar no solo estas referencias bíblicas  para argumentar sus nobles esfuerzos, sino que hacen toda una teología para que todos los creyentes de buen corazón y con buenas intenciones sigan andando lamentablemente por el camino del esfuerzo.

 

Para los más viejos en la viña del Señor, expongo las estrofas de un himno tradicional antiguo:

 

Paz con Dios busqué ganarla con febril solicitud. Más mis obras meritorias no me dieron la salud. !Oh! que paz Jesús me da, paz que antes ignoré.

De mis obras, despojado, vi la obra de Jesús;

Supe que mi paz fue hecha por la sangre de su cruz.

 

El otro camino

es el de

confiar.

La otra vertiente que puede tomar el cristiano en su bregar por esta vida le vamos a llamar: El camino de confiar, la ruta del descanso en la obra de Jesús, la senda de la paz que la cruz de Cristo conlleva.

 

Es como lanzarse a ciegas en los brazos del Salvador de tu alma porque reconoces de todo corazón que le eres infiel en cada segundo de tu existencia y que no puedes ser santo por tus esfuerzos y metas en los caminos de Dios.

El cristiano religioso camina por el camino del esfuerzo.

El cristiano auténtico va por el camino del confiar.

¡Ah! mi querido lector, usted no sabe cuánto gimo ante la presencia de Dios porque el Espíritu Santo revele a su alma esta nueva senda. Un camino que es un manantial fresco de vida eterna en tu caminar con el Señor, es caminar en la Gracia del Salvador, es confiar constantemente en la obra de la redención. ¿Hay referencias biblicas para esta senda? pues este sitio está llena de ellas.

 

Esta es la senda de los genuinos y verdaderos seguidores de Cristo, a quienes Dios les ha revelado el mensaje sublime de la gracia del Salvador. Son aquellas personas que han reconocido que son pobres en espíritu y que todas sus "obras" son trapos de inmundicia ante la presencia de Dios. (Mateo 5:3, Isaías 64:6).

 

Son los que han llegado a la conclusión de que no pueden vivir sus vidas cristianas por sus conductas, comportamientos, buenas obras, testimonio, o aparente correcta "vida moral". No es posible vivir la vida cristiana que Dios quiere a través de la penitencia de este cuerpo mortal y de muerte. ¡El cuerpo mortal no puede santificar al alma eterna!

 

Muchas horas de oraciones, frutos forzados, peregrinaciones, ayunos e incluso un afán desmedido por servir en la viña del Señor son a veces signos tìpicos de los cristianos cabalgando por el camino del esfuerzo.

 

La noticia del Evangelio de Cristo nos declara que Dios envió a Su Hijo porque nunca El nunca hubiese podido hallar a un semejante como usted y yo que pudiera cumplir el estándar moral que Dios reclama.

 

Jesucristo vino a cumplir la ley de Dios y nosotros, de malvados y corruptos, le crucificamos. A pesar de ser santo y sin mancha, e Hijo de Dios, nosotros le asesinamos. Sin embargo; las Buenas Nuevas declaran que si nosotros descansamos, confiamos, vivimos y nos relajamos por completo en ese santo sacrificio de Cristo seremos salvos y viviremos eternamente para glorificar a Dios que ha planeado desde las edades eternas la salvación de nuestras almas. (Juan 19:30).

 

¡Qué maravilla! ¡Qué excelso me parece El Evangelio! La punta de mis dedos no pueden describirlo y mi corazón no es capaz de abrazarlo. La noticia de Dios es tan excelsa que el hombre no puede expresar con total claridad por su propia naturaleza pecaminosa.

 

Dios le revele a usted este Santo Evangelio del Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. (Juan 1:29). Porque yo no viviré más por el esfuerzo, estoy súper agotado de intentarlo y ya me rendí. No quiero esforzarme más y ya no me pondré más metas piadosas. Por favor, no se preocupe por mí. Dios sigue trabajando en mí constantemente desde y para la eternidad y Él seguirá haciendo su obra maravillosa en mí. ¡Aleluya y Amén! 

Yo seguiré danzando y cantando por el camino del confiar en la obra de Jesús, descansando por completo en la cruz del Calvario porque Dios ha hecho todo un plan infinitamente excelente para mí: Él me ha buscado, me ha encontrado, me ha perdonado, me ha redimido, me mantiene en su redil y me llevará con Él para la Gloria de Su Santo Nombre. Todo el honor lo merece Dios y yo me quedo sin ninguno.

 

Por favor, le invito a escuchar este mensaje. 

No es una prédica que comúnmente usted está acostumbrado a escuchar.

Los Dos Caminos - Paul Thompson
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