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Portal Cristiano

La religión de mi infancia

 

Por Samuel Santiesteban

Un peso cargaba sobre mis hombros:
"Pensar como Jesús pensó, vivir como vivió Jesús, hacer lo que Jesús hacía y al final del día sé que dormiría mucho más feliz".

El peso de un Evangelio al revés

No puedo recordar qué edad tenía cuando esta canción comenzó a hacer trillada por mí y por los que me inculcaron el Evangelio en la más temprana edad de mi vida. Creo que no había entrado en la adolescencia y recuerdo tener memoria del peso angustioso que a veces me causaba esta melodía.

 

Había un renglón que pensé que era la verdad más sincera que tenía aquella canción infantil porque la melodía decía ‘pidió que repitiera por favor, que no dijera todo de una vez’.


No puedo negar que el Espíritu Santo de Dios estaba sembrando en mí un concepto muy sublime acerca de la persona de Jesús. Y creo que desde muy joven parecía entender que los cristianos éramos llamados a ser como Cristo; pero la triste realidad era que nadie podía llegar a ser como Él.

Una canción de mi infancia religiosa

Dios ama incondicionalmente

Jesús me ama incondicionalmente

 

El amor y la ternura de Jesús no están más condicionados a mi conducta como la del Salvador. Quien he declarado como mi amante Redentor, mi Abogado Defensor, mi Justicia, mi Eterno Consolador, es quien me ama sin imponer cargas tormentosas sobre mis hombros que me conduzcan al esfuerzo de una vana religión.

 

Porque Jesús dijo: mi yugo es fácil, y ligera es mi carga. (Mateo 11:30).


El Espíritu Santo de Dios me revela una nueva dimensión del Evangelio de Cristo y ha comenzado a revivir en mi alma una fe cristiana auténtica. Dios me ha devuelto el gozo de mi salvación. (Salmo 51:12).

Las Buenas Nuevas del Cielo son las Bellas Palabras de Vida y cuentan de Uno que sí vivió una Vida Santa, de Uno que si llegó a la estatura de Dios, de Uno que sufrió para que yo tuviera vida, de Uno que me buscó, Uno que me conquistó y me rescató de la perdición eterna.

Yo estoy tan agotado, tan cansado y abatido que sólo me resta descansar en Su Justicia, en Su obra consumada en la cruz del Calvario, para que yo pueda ser declarado justo antes los ojos de Dios, a través de mi Jesús.

Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu. (1ra de Pedro 3:18).

Jesús no es como yo. Y nunca podré ser como es Él. No podré en realidad amar como Jesús amó, vivir como Jesús vivió y soñar como Jesús soñó; sin embargo este es el anhelo más grande que mi corazón tiene.

Ruego a Dios por todas aquellas almas que se sienten cargadas por los esfuerzos de la religión, para que puedan hallar descanso, consuelo y seguridad eterna en la obra consumada por el Hijo Perfecto de Dios a favor de aquellos que creen y descansan en Él. Que estas líneas que cuentan de mis dolores de la religión cristiana sirvan para dar luz a todos los que reciben con gozo las sanas doctrinas de la Gracia de Jesucristo.

¡Miserable de mí!
¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.
Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.
(Romanos 7:24 y 25).

¡He de dormir tranquilo y he de
descansar en paz porque 
la Vida Justa y Santa que vivió mi
Jesús es imputada a favor mío!

Hoy, cuando reflexiono en mi intimidad con Dios, doy gracias a mi Jesús por esa infancia maltratada por la religión cristiana, porque en Su misericordia y en Su indescriptible amor, Dios hizo que se plantara en mí un Evangelio limpio y sano que viene a dar algunos frutos hoy.


¡Qué maravilla celestial descubre mi corazón a esta edad de mi vida! Aquellas estrofas que eran cargas agobiantes y tormentos porque había que: "pensar como Jesús pensó, decir lo que Jesús decía, y vivir como vivió Jesús para que al final de día pudiera dormir mucho más feliz"  han comenzado a tomar un brillo diferente y el Espíritu Santo de Dios me revela algo nuevo, bien fresco y divino hoy.

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